María Cappa
“Cinco personajes unidos por la soledad, la incomprensión y la necesidad de amar”. Así define la esencia de la obra el programa que te entregan cuando entras a la Sala2 del Teatro Matadero de Madrid. Claudio Tolcachir demuestra con esta obra por qué es uno de los dramaturgos argentinos más prestigiosos del momento. Sus actores demuestran por qué son ellos los encargados de encarnar a sus complejos personajes.
Dos historias aparentemente inconexas que se juntan y se revuelven en el espacio y en el tiempo. Cinco personas divididas en dos grupos que no tienen por qué converger. Una coincidencia más que apropiada que termina por despejar todas las dudas de la ecuación que se va generando en los 90 minutos que dura.
Los cinco coinciden en su necesidad de amar y su imposibilidad de encontrar a nadie a quien darle amor. Todos desvelan al espectador una doble vida: la que le muestran a quienes los rodean y a la que tienen que enfrentarse cuando están solos. La soledad es otro de los estigmas con los que cada uno de ellos tiene que cargar. Nadie con quien desahogarse, ningún motivo concreto que los haga desear que llegue un nuevo día. Existen; nada más.
El texto es complicadísimo de armar, y sin embargo se le da vida con una naturalidad secuencial digna de admirar. Los actores se desnudan emocionalmente y ponen al servicio de los asistentes todo su dolor. Tal es la intensidad dramática que una vez terminada la función los intérpretes suspiran una y otra vez y no pueden evitar seguir llorando. Pero no os dejéis intimidar. Es una obra dura de representar pero conmovedora para recibir. Te emociona, te hace reflexionar y te ayuda a respirar el aire de la ciudad en la que transcurren las historias: Buenos Aires.
Como nota curiosa, os traigo el vídeo promocional con el que se anunciaba Tercer Cuerpo en el teatro bonaerense Timbre4.